Al principio, fueron los influyentes ostentosos, haciendo alarde de opulentas fiestas en yates para sus seguidores, que estaban soportando bloqueos relacionados con la pandemia. A continuación, hubo una afluencia de riqueza rusa, compuesta por dinero en efectivo y criptomonedas, en busca de un santuario lejos de las gravosas sanciones tras la invasión de Ucrania.
La reciente afluencia de nómadas digitales ricos en Dubai parece estar formado por acaudalados profesionales occidentales de fondos de coberturacomo demuestra el notable éxodo de talentos de empresas como Millennium Management y ExodusPoint Capital Management. El emirato y su ciudad vecina, Abu Dhabi, están atrayendo activamente a los ricos e influyentes con ofertas tentadoras como la exención de impuestos, la relajación de la normativa y un huso horario que favorece los intercambios con Asia.
Para algunos, esta situación puede evocar una sensación de “déjà vu” que parece incongruente con el mediocre crecimiento del sector de los hedge funds, su escaso rendimiento y el difícil entorno de captación de fondos durante el año pasado. No obstante, en un mundo dominado por la geopolítica y los conflictos, es probable que la región del Golfo resulte ser una prueba crucial en la competencia por el talento de alto patrimonio neto. Esta evolución no dejará de llamar la atención de las autoridades fiscales de los países occidentales, sobre todo en un momento en el que los presupuestos ya están bajo presión.

El panorama ha cambiado considerablemente desde los ambiciosos esfuerzos anteriores de Dubai por establecerse como centro financiero mundial. En aquel entonces, las aspiraciones de la ciudad condujeron a una burbuja inmobiliaria especulativa alimentada por la deuda y construida sobre un terreno inestable. Durante una visita a Dubai en plena crisis financiera en 2009, Lionel Laurent fue testigo de cómo numerosos inversores extranjeros perdían importantes sumas con la especulación inmobiliaria. Cuando la burbuja estalló inevitablemente, Abu Dhabi, la ciudad vecina con un enfoque más conservador, intervino para salvar y controlar la situación.
Los Emiratos Árabes Unidos tienen el famoso Louver en Abu Dhabi, el edificio más alto del mundo en Dubai, y se ha convertido en un centro financiero que atrae la atención de los fondos especulativos que buscan alternativas a centros tradicionales como Zug o Ginebra.donde el secreto bancario y las cuentas de Credit Suisse ya no están disponibles. Según los informes, unos 50 fondos de cobertura, que gestionan en conjunto más de 1 billón de dólares en activos, están buscando activamente una licencia en Dubai. El emirato promociona estratégicamente su atractivo con un “régimen de cero impuestos sobre la renta de las personas físicas”, lo que supone una marcada diferencia respecto a los tipos impositivos máximos del 45% al 55% habituales en los países europeos. Además, Dubai se posiciona como un “aliado neutral” tanto para Occidente como para Oriente en tiempos de conflicto.

La creciente popularidad de Dubai puede atribuirse a su floreciente industria turística, a la ausencia de impuestos sobre la renta y a su condición de destino libre de sanciones rusas.
Sin embargo, no existe una única solución que explique este éxito. Los EAU no son simplemente un paraíso fiscal a la antigua usanza. En un esfuerzo por diversificar sus fuentes de ingresos más allá de los ingresos del petróleo, el país ha tomado medidas para nivelar el terreno de juego, incluida la introducción por primera vez de un impuesto de sociedades. Además, los EAU han respondido a la presión de las sanciones occidentales tomando medidas decisivas para cerrar los bancos rusos locales. El país, descrito por Jared Cohen de Goldman Sachs Group Inc. como un “Estado oscilante geopolítico”, se beneficia de su importancia geopolítica estratégica.
La subida de los precios de la energía ha proporcionado al país abundancia de capital y la voluntad de utilizarlo con fines estratégicos, incluyendo la financiación de empresas. Además, la guerra en curso en Ucrania ha dado al país una importante influencia. Alemania se ha visto obligada a pedir ayuda a Abu Dabi para asegurarse el suministro de gas durante la temporada de invierno. Al mismo tiempo, Washington DC está ansioso por utilizar su asociación para aumentar su influencia, lo que posiblemente le lleve a desatender los riesgos de blanqueo de capitales, según informa Politico.