Los destinos turísticos de todo el mundo están experimentando un notable efecto en sus economías. Los rusos se están quedando en casa como consecuencia de las sanciones relacionadas con la guerra, y se espera que esto tenga un impacto duradero en el turismo internacional.
Muchos países europeos con fronteras rusas han declarado que podrían prohibir la entrada a todos los turistas procedentes de Rusia.
Antes de la pandemia, los rusos ocupaban el séptimo puesto mundial en gasto turístico, con 36.000 millones de dólares anuales.
Nha Trang, en Vietnam, conocida como la “Pequeña Rusia”, recibía un gran número de turistas rusos antes del conflicto entre Ucrania y Rusia. El balneario experimentó una rápida recuperación tras la pandemia gracias a la vuelta de los turistas rusos en 2019.
Los turistas rusos gastaron una media de 1.600 dólares por cada estancia en Vietnam.
Los caros hoteles vietnamitas, que eran populares entre los turistas rusos, están ahora casi vacíos o se han vendido. Las profesiones de guía turístico también se han visto afectadas.
Sin embargo, Nha Trang no es la única. En Phuket, las tiendas y los bazares suelen estar llenos de turistas rusos. Ahora, muchas empresas hoteleras dudan de su futuro después de que muchos rusos cancelaran sus vacaciones. Mientras que las entradas extranjeras representaban el 59% de las llegadas al aeropuerto de Phuket antes de la pandemia, la cifra descendió al 35% en el primer semestre de este año.
En la actualidad, los complejos turísticos repartidos por todo el mundo, desde Sharm el-Sheikh en Egipto hasta Varadero en Cuba, se encuentran todos en apuros por la crisis financiera, la reducción de los niveles de ocupación hotelera, la pérdida de puestos de trabajo, las quiebras y el descenso de los ingresos.