Antes de la emergencia sanitaria mundial, Colombia era admirada por los viajeros y nómadas digitales que visitaban Bogotá, Cartagena y Medellín, con un récord de 4,5 millones de visitantes en 2019. Tras la pandemia, el turismo mundial ha repuntado progresivamente, tocando el 77 por ciento de los niveles de 2019 en el primer trimestre de este año.
Hay un potencial de alteración mayor que se avecina para Colombia; uno que podría posicionar a su industria turística en una ruta para convertirse en un prototipo de inclusividad, equidad y sostenibilidad en el área. El 7 de agosto tomarán posesión del cargo el primer presidente de izquierdas de Colombia, Gustavo Petro, y la primera vicepresidenta afrocolombiana, Francia Márquez.
El gobierno más diverso al frente de Colombia incluye al primer enviado afrocolombiano a Estados Unidos, el ingeniero y conservacionista Luis Gilberto Murillo, y a la líder social Guneywya o Leonor Zalabata Torres, de la comunidad nativa arhuaco, como embajadora de Colombia en Estados Unidos.
Sin embargo, la máxima prioridad del próximo nuevo gobierno también es extraordinaria: alejarse de la producción extractiva de petróleo y gas, que es el principal producto de exportación de Colombia, y apostar por el entorno y la conservación como principal motor de la economía. Esto significa centrarse en la naturaleza, la cultura y el turismo comunitario como parte de la evolución hacia una economía circular, organizada mediante una lente de integridad social, según el plan del gobierno.
Hay muchas expectativas puestas en el crecimiento de Colombia para encontrar este momento significativo, llevando su industria turística hacia un futuro bajo en carbono, basado en la comunidad y razonable.